Acudir al dentista es algo que, en general, cuesta tanto a adultos como a niños. Eso es algo normal, ya que tampoco resulta una experiencia realmente agradable, aunque es mucho menos duro de lo que se puede pensar, ya que tanto los profesionales como los métodos de trabajo han evolucionado mucho para bien. Sin embargo, la boca es una zona muy sensible y quizás se puede juntar el haber vivido algo en un especialista que haya causado dolor o no haya dado los resultados esperados. Cuando esto sucede, se puede pasar de sentir respeto al dentista a miedo y eso es algo que no se puede permitir. La salud bucodental es fundamental para encontrarse en perfectas condiciones, así que es probable que te interesen algunos consejos para saber cómo perder el miedo al dentista.
Descubre cómo perder el miedo al dentista
- Haz una previa con el dentista: ¿Qué queremos decir con esto? Siempre que puedas, es conveniente que te veas con algo de tiempo con tu especialista de confianza. De esa manera le podrás contar tus inquietudes y dudas y, gracias a eso, el profesional te podrá explicar de manera clara todo lo que va a realizar y los resultados esperados, además de que resolverá todas las cuestiones que hayan surgido. Esto lo que hace es que tú, como paciente, te tranquilices y logres esa relajación que es tan necesaria en el dentista. Confiar en el especialista es clave para saber cómo perder el miedo al dentista.
- Aprovecha la sala de espera: Es normal que en las clínicas pueden existir algunos retrasos a la hora de pasar con el especialista. Eso implica que el paciente pueda estar más tiempo de lo esperado en la sala de espera hasta que llegue su turno. Es fundamental aprovechar los recursos disponibles para poder entretenerse durante ese tiempo. Haciendo eso es mucho más fácil relajarse. Si uno se limita a esperar, es más que probable que lo único que logre sea seguir preocupándose más de la cuenta al tener más tiempo para dar vueltas a la cabeza.
- Valora los horarios: Es cierto que no siempre es posible contar con el horario que mejor nos conviene. Primero porque el dentista puede no tener la suficiente disponibilidad y, segundo, porque son muchas las obligaciones que tenemos a diario y tenemos que cuadrar nuestra agenda de la mejor manera posible. Lo que está claro es que las citas matutinas son las mejores para el paciente, ya que tiene menos tiempo para pensar en el dentista y se libra del mismo cuanto antes para poder disfrutar del resto del día.
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